Tras un buen tiempo, sufriendo cuando el sol caía sobre la estantería de mis carnívoras, sobre todo en verano, y más cuando salta el terral (viento cálido del interior con altas temperaturas en la costa de Málaga), nunca quedaba tranquilo por su bienestar...
Y llegó el momento. Justo una semana o cosa así antes de que el mundo fuese sacudido por el COVID-19, me dispuse a realizar un trasplante de esta pequeña planta mía.
Fue una sorpresa encontrarme con este pequeño regalo, y manjar para una de mis dionaeas, y es que ya que despiertan con la llegada de la primavera, lo hacen con mucha hambre. En el siguiente enlace os dejo las pruebas...
Llevo tiempo mirando, observando, esperando y pensando... de primavera a invierno, de invierno a primavera, cambiando de lugar soleado a semi-soleado y viceversa, pero...
Los inviernos son duros para algunas especies, lo que puede resultar aparentemente a ojos de un aficionado como que la cosa no marcha bien, y que poco a poco está perdiendo la fuerza y las energías...
Al principio probé por quitar la bolsa mi vista. Llevaba más de un año con esa bolsa arrinconada en mi terraza, cerca de mis instrumentales de cultivo y mis plantas.